1393338Sucio y desprolijo es la ópera prima de Paula Álvarez y Lucas Calabró, una película sólida que recorre el nacimiento, el desarrollo y la actualidad del heavy metal argentino, tal vez el movimiento más combativo que tuvo el rock nacional, que se le plantó a la dictadura en plan de salida y sublevó a miles y miles de jóvenes en todo el país.

En dos horas recorren 30 años de historia con sus respectivos contextos y el rol de esos pibes del proletariado –y no tanto- que, armados con mucho volumen y una libertad inusual, cuestionaron el régimen y el orden caótico establecido tanto en los ’80 como en los ’90.

Hoy, que el rock se ha convertido en una gaseosa, un celular o una cerveza, la película expone cómo el género se autosustentó, inclusive a pesar de ser atacado por los medios en sus inicios y ninguneado por buena parte del mundo de rock y del arte en general. Como aseveran varios de sus referentes, Pappo apadrinó a V8, que su vez arrastra a Los violadores, quienes, a fuerza de presentaciones en vivo en aquellos primeros albores de la primavera democrática, se hicieron fuertes eludiendo la metáfora social y política.

El documental trabaja el movimiento como fenómeno social y de clases en un recorrido que nunca pierde el pulso ni el buen humor. Es muy difícil explicar o describir el mundo del metal argento y sus tradiciones, sus diferentes manifestaciones internas y, sobre todo, el orgullo que produce ser parte de una movida así de potente, y la película lo logra. Como dice Iorio, “espero que mi música fortalezca a la generaciones venideras”, ahora sabemos que tienen también una película para ver.

A continuación, una breve entrevista con Paula Álvarez, codirectora junto a Lucas Calabró, y Diego Cirulo, encargado del montaje de la película.

Hernán Gómez: ¿Qué edad tienen ustedes y cómo aparece el heavy metal en sus vidas, más allá de la película?

Paula Álvarez: Yo tengo 32 y Lucas 31. El heavy aparece en nuestra adolescencia por influencia de hermanos y compañeros del colegio. Cada uno tiene su historia personal con el metal y durante la facultad, cuando nos conocimos, fue algo que nos unió dentro del curso: ir a shows, compartir bandas y tener discusiones fue parte natural de nuestra relación. Lucas transitó gran parte de la movida metalera durante fines de los ’90 y yo me sumé activamente a principios de los 2000, cuando me vine a Buenos Aires a estudiar. Iba sola a los shows porque mi compañera no era afín al género y jamás tuve ningún tipo de inconveniente en ningún show; al contrario, me encantaba estar ahí (y lo sigo haciendo).

HG: En los últimos 15 años proliferaron los documentales rock, ¿cuáles los inspiraron a la hora de pensar Sucio y desprolijo?

PA: Mayormente nos inspiramos en documentales del género como los de Sam Dunn, Global Metal, Headbanger’s Journey y la serie Metal evolution. También fue él quien hizo el documental de Maiden, Flight 666, y obviamente otros rockumentales como Lemmy, Getthrashed, Anvil, Wreckage Of My Past y Heavy, the story of metal, entre otros. Pero los de Dunn fueron, sin dudas, los que más nos impactaron. Él comenzó a pensar sus documentales como antropólogo y nosotros lo comenzamos como un estudio sociológico para nuestra tesis de grado.

9475097Diego Cirulo: Durante el proceso de montaje fuimos revisando otros largometrajes para abrir un poco la cabeza y pensar cómo abordaban distintos realizadores en el mundo otros géneros y otros temas. Entre los varios que pasaron puedo destacar The filth and the fury, sobre Sex Pistols, de Julien Temple, Montage of heck, sobre Kurt Cobain, de Brett Morgen y American Hardcore, de Paul Rachman.

HG: ¿Cuáles son sus influencias cinematográficas, más allá del documental?

PA: A mí me gusta mucho Terry Gilliam y sus mundos distópicos y oscuros. No es una influencia muy aplicable en este documental, pero importante en mi gusto personal. También vuelvo a destacar el trabajo de Dunn como documentalista. Cabe destacar que no somos directores de cine, pero sí somos realizadores audiovisuales y, desde este aspecto, estamos más cercanos a la TV que al cine, el momento de la realización y producción.

DC: En mi caso particular, veo cine de todo el mundo ya que es algo que me enseña todo el tiempo. En el caso de la ficción, no puedo dejar afuera a David Lynch y a Francis Ford Coppola como figuras centrales, aunque cada vez pienso más en las películas desde su autonomía y menos en los autores. En cuanto a los documentalistas, me gustan Eduardo Coutinho, Patricio Guzmán y Errol Morris. Estos personajes, claramente, tienen una mirada muy definida de lo que quieren contar y eso es lo que ciertamente me parece atractivo. 

HG: La película tiene un gran acierto, que es trabajar la línea de lo que significaba ser heavy en una sociedad sumisa, temerosa y completamente domesticada. Eso le da potencia al relato, se espeja en ese universo que describe. ¿Les fue fácil armar esa estructura en la edición?

PA: Esta línea ya la teníamos un poco pre establecida desde el corte de la facultad -Periodismo Nacional de la Plata UNLP- donde realizamos y analizamos en profundidad el contexto en el que surge el heavy en Argentina. Así que se trató de trasladar esa idea al largometraje. Sabíamos que es un punto fundamental que debía estar, ya que el metal aparece como contestatario y furioso con el objetivo de despertar a esa sociedad. No fue un género que se acopló a algo ya hecho, sino que nace como respuesta y como un canal de expresión para un montón de jóvenes que veían que esa realidad no era como se la estaban contando.

HG: Otro gran acierto, y hermoso momento, es cuando varios entrevistados acusan de colaboracionistas o tibios con la dictadura a una parte del mundo del rock de aquellos años. Incluso aparecen algunas tapas de revista de la época y algunas caras de aquella época. ¿Los tomaron por sorpresa esas declaraciones? Que, por otro lado, yo apoyo y ratifico, ya que fui parte de esos años y del heavy metal.

PA: Un poco sí, sabíamos que veían como “enemigos” a esa parte del rock que estaba en otro mundo, pero no al punto de tratarlo como un grupo de colaboracionistas. Por cuestiones de edad, no vivimos esa época y, por lo tanto, nuestra mirada está sujeta a los protagonistas. Fue un descubrimiento saber que esos pibes tenían la lucidez y la potencial lectura de la realidad que no se veía en otros sectores, lo cual uno pensaría que es al revés, que al ser mayor y tener cierta experiencia se daría cuenta de cómo estaba todo pero no, ese grito provino de un grupo de pibes de clase baja que tenía mucho que decirle al resto de la sociedad. Fue un momento muy difícil, muchos por ahí no actuaron por miedo o por desconocimiento, pero sigue siendo destacable que la mejor lectura de lo que estaba sucediendo, y esa necesidad de sacudir y romper todo, como ellos dicen, provino de las clases más bajas.

HG: Me sorprendió que Iorio participe de la película,  inclusive hacen un amague en el momento de Hermética, y aparece con Almafuerte. ¿Cómo fue la ida y vuelta? Y otro tema: me alegró que pudieran contar con la versión original de Sucio y desprolijo. ¿Cómo fueron esas negociaciones?

sucio-y-desp-4PA: Comenzamos hablando con el entorno de Iorio, contándole quiénes éramos, cuál era nuestra idea del documental y qué queríamos hablar con él. Fuimos tocando todas las puertas hasta dar con la correcta y lograr que nos reciba dos veces para charlar sobre su importancia como miembro fundamental del género. Desde un primer momento supo que esto iba a ser un documental, que queríamos charlar de varios temas con él y accedió gentilmente, brindándonos horas de charla. Fue nuestra decisión que tenga su propio espacio dentro de la película porque, guste o no, no se puede negar su participación como miembro fundacional de V8, de la banda más popular durante los ´90, Hermética, y de lo que ha logrado con Almafuerte, fusionando con el metal sonidos propios del tango y el folclore. Además de su importancia como letrista y poeta contemporáneo. Los temas musicales se tramitan mediante SADAIC y los propios músicos son quienes autorizan o no el uso de sus canciones. Esa es más una parte burocrática, de meses de idas y vueltas, que de negociación con los propios músicos.

HG: Ahora están en el Gamount, ¿qué recorrido esperan y desean que tenga la película?

PA: Fueron seis años de trabajo duro, de sólo dos personas (Lucas y yo) a las que se nos sumaron Marina Alvarez (diseño gráfico) y Diego (montajista), cargándose el proyecto como propio. No hubiese sido posible sin la colaboración de ellos dos y de quienes nos rodean. Queremos que la pueda ver la mayor cantidad de gente posible, no sólo metaleros sino aquellos interesados en el rock nacional y en los movimientos culturales. Esperamos que sea un comienzo para otros proyectos como el nuestro, que más gente se anime a llevar a cabo su idea para que no quede sólo en la memoria colectiva, sino que las generaciones venideras conozcan cómo y porqué nació el metal, y dónde se encuentra hoy.

Aquí pueden leer un texto de Romina Quevedo sobre esta película.

Fotos: Arte en fotos y Martín DarkSoul (extraídas de la página http://www.documentalsyd.com.ar/)

Sucio y desprolijo. El heavy metal en Argentina (Argentina, 2015), de Paula Álvarez y Lucas Calabró, 120′.

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