De espaldas a la cámara, una chica hace jueguitos con la pelota, sentada, mientras espera que lleguen sus compañeras para iniciar la práctica de cara al torneo patrocinado por el candidato a intendente: Hoy partido a las 3 explora no sólo el universo del fútbol femenino, sino además el contexto social, e incluso político, en que se inscriben sus personajes.

Esta ficción filmada en clave documental hace uso del histrionismo para narrar una historia en la que el fútbol se erige como lugar de emancipación más que de refugio; pero ese espacio se muestra reacio al acceso. En la escena inicial, cada jugadora debate su lugar en la cancha, e incluso deben luchar por el espacio contra una murga que espera por entrar al terreno para hacer uso de él. Más adelante todo se reduce a la espera. El partido, que como reza el título era a las 3, se posterga interminablemente. Es una espera por acceder al juego y a todo lo que representa. Sin embargo, la espera no se hace tediosa porque permite a las mujeres interrelacionarse, divertirse, discutir, compartir experiencias y sobre todo abordar(se) desde la soltura que les permite tocar temas disímiles pero afines como los nervios de una chica por lograr una beca en River, pasando por el hecho de que a las mujeres no les pagan por jugar como a los hombres, hasta la inoperancia de los organizadores -un hombre y una mujer que funcionan como militantes de Lito, candidato a intendente-, y por qué no, alguna burla hacia la jugadora que escucha Arjona. De entre esos temas hay uno que sobresale: se pone acento en la orientación sexual y la forma en que las mujeres se relacionan. Se relatan los ardides amorosos como si fuera un partido, porque en realidad todo forma parte de lo mismo: la emancipación.

Las mujeres retratadas muestran una gran diversidad: de camisetas, de oficios, de edades. Esas mujeres se manejan como una comunidad con roces que no llegan a afectar la armonía, y donde las rivalidades nunca terminan de convertirse en enemistades, porque en realidad, todas buscan los mismo: lograr expresarse en ese ámbito que les da autonomía. Por eso mismo son filmadas como grupo. No hay un protagonismo individual sino un protagonismo colectivo que las define en bloque contra ese gran antagonista que es el espacio mismo, que les impide desenvolverse. Cuando unos jóvenes se propasan con una de ellas, luego de reiteradas burlas y comentarios misóginos, el grupo de jugadoras sale a defenderla, sin importar rivalidades.

Pero no todos los hombres son representados como figuras negativas. El entrenador del equipo principal, Las indomables, intenta poner orden en el grupo de mujeres, que se muestran indisciplinadas y sordas a sus dictámenes. Él lo hace de forma abnegada, las cuida e incluso se pone en duda de si recibe algún rédito económico por hacerlo. Es el personaje que posibilita el histrionismo, porque sufre con su tarea de manejar al grupo cuyo nombre lo caracteriza: indómito.

Dentro del evento deportivo hay un lugar para el Kuña porá (“Mujer bonita” en guaraní), un concurso de belleza que proponen desde el altar y que se polariza con las mujeres dentro del campo de juego: la mujer como simple imagen, pasiva ante la mirada del hombre, versus la mujer activa que se tira a pelearla en el barro. De fondo siempre se escuchará la música del spot de Lito, el candidato a intendente que queda en ridículo por las características del presentador, que parecen estereotipadas, pero en realidad son -lamentablemente- verosímiles, y por la forma en que el candidato llega en su camioneta con músicos que bien podrían haber salido de un circo. La campaña se muestra en sí misma como deslustrada, farsante, e incluso fallida: los carteles del partido quedan destrozados por la lluvia, al tiempo que el campeonato expira debido a los sobresaltos del juego.

La lluvia destrozó el evento de la campaña política pero no pudo con el espíritu de esas mujeres que aún en medio del fango se meten a jugar. La directora las toma embarradas, pero se cuida de no mostrarlas en tono sexual, sino aguerrido. Y en esos momentos la cámara se mete entre las jugadoras, siempre buscando el piso, para encuadrar las piernas y la pelota. Esa es la relación privilegiada, porque después de todo, no es sólo un juego, sino una manifestación de libertad.

Hoy partido a las 3 (Argentina; 2017), de Clarisa Navas, c/ Gustavo Bravo, Natalia Ruiz Cobo, Carolina Cussigh, ’96.

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