lore posterLore,  la segunda película de la directora australiana Cate Shortland y está basada en la novela «El cuarto oscuro» de Rachel Seiffert, parte de un atractivo y poco visitado recorte de la historia. El relato se inicia en Alemania, en la primavera de 1945, con la caída del Tercer Reich y el suicidio de Hitler. En este contexto la protagonista y su familia rápidamente asisten a la desaparición del mundo tal como lo conocían.

Lore es hija de un alto oficial de las SS, responsable de las masacres en Bielorrusia (pero eso sólo habremos de intuirlo después) y vive cómodamente con su madre y sus cuatro hermanos. Lógicamente comulga con el nazismo: ésa es la mirada del mundo en la que ha crecido y es también la responsable de sus privilegios.

Este sería el primer recorte, el fin de la guerra desde la vivencia de los hijos de los derrotados que, en primera instancia, no entienden demasiado qué es lo que pasa a su alrededor.

Rápidamente se organiza la huida familiar y, mientras el padre se dedica a la quema de documentos, la madre y los niños reúnen la platería, enseres mínimos, algunas joyas y emprenden el exilio al campo. El padre es inmediatamente arrestado y así, rápidamente, sale de escena. Luego se entregará la madre y entonces empieza el derrotero de los niños (pequeños todos: Lore es una adolescente  y el menor es un bebé).

La consigna es llegar a casa de la abuela materna en Hamburgo pero para ello deberán atravesar la selva negra en el contexto de una Alemania repartida entre rusos, norteamericanos y británicos. El viaje marca el segundo recorte, ahora en un escenario rural, lo que no es menor. La devastación y la brutalidad de las ciudades también quedan fuera del relato.

De pronto estamos frente a una historia de supervivencia de cinco niños a través del campo y el bosque, que no entienden demasiado qué es lo que pasa a su alrededor. El horror se hará presente de una forma muy estilizada, como casi todo en el film, y en la mirada de los protagonistas veremos asombro, quizás temor, pero no mucho más. Cuerpos mutilados, suicidas, mujeres brutalmente violadas y asesinadas aparecen como marcas que no connotan más que la presencia de un peligro que a ellos no los toca.

LORE-FOTO-5En el camino habrá descubrimientos e información, fotos de los campos de concentración, el rol del padre en ellos (lo verán en una foto)  y noticias sobre el suicidio de Hitler que, suavemente, impactarán en nuestra Lore. Un día aparece Thomas, un joven con aspecto de refugiado que viaja con papeles de judío y que se convertirá en la figura paterna y en el proveedor de Lore y sus hermanos a pesar de ser constantemente agraviado por ella por su condición de judío. Un proveedor desaparece y aparece otro.

Recordemos que tanto Lore como sus hermanos creen firmemente en las enseñanzas de sus progenitores: que Hitler es un “padre amado” y que “los débiles deberían ser aniquilados” así como que “la gente joven debía soportar el dolor” y que «todos los judíos son unos mugrientos que no pueden dejar de mentir», lo que en Lore se traduce en una patológica falta de empatía con quienes no comulgan con esas ideas aberrantes y destructivas.

Así y todo Thomas se queda, los cuida y los alimenta mientras se desarrolla entre ellos una incipiente tensión sexual que no va mucho más allá de miradas sugerentes y alguna caricia furtiva, más tierna que erótica.

Saskia Rosendahl, la actriz debutante que interpreta a Lore, es una bellísima joven rubia de exquisitos y atípicos ojos azul claro, bellos como los de Thomas y los de sus hermanos. Todo es lindo en Lore: la impresionante fotografía, la elección de los paisajes, los cielos, los bosques, los interiores abandonados. Sin embargo, eso provoca una cierta lejanía que no llega a ser atravesada por la circunstancia, particularmente compleja, que atraviesan los personajes. La profusión de primeros planos y planos detalle no permite dar cuenta al espectador del contexto, de su dramatismo, de la miseria a la que se ven expuestos (aunque se ven expuestos bastante poco).

Lore  (Saskia Rosendahl)

Uno de los aspectos más interesantes del film, y que lo sobrevuela aunque sin profundizar demasiado en él, es el discurso del común de las personas, del común de los alemanes que descreen de los informes de situación que presentan los aliados. Esas pequeñas y secundarias charlas de personas del montón en las que se cuestiona la legitimidad de los campos de concentración («son todos actores norteamericanos» o «tuve que mirar fotos de judíos muertos durante una hora para que me den comida», dirán), aunque no son novedosas, son de lo más interesante a la construcción del contexto histórico en el que se desarrolla el relato.

Estetizar la muerte, el dolor, la miseria es siempre un arma de doble filo porque neutraliza, de alguna manera, la potencia dramática de lo que se narra. Esa es la sensación que deja Lore, partiendo de un recorte histórico muy atractivo (la mirada de niños nazis de clase alta sobre el derrumbe de su confortable mundo) y el pasaje a la adultez, producto de esa misma realidad que se les presenta, en apariencia, con la brutalidad de lo inevitable, no aparecen reflejados en los límpidos y profundos ojos de Lore que mira con asombro un mundo que no es el propio.

Aquí se puede leer un texto de Esteban Valesi sobre la misma película.

Lore (Alemania, Australia y Gran Bretaña, 2012), de Cate Shortland, c/Saskia Rosendahl, Kai-Peter Malina, Ursina Lardi, Hans-Jochen Wagner, 109′.

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