Edson Arantes do Nascimento, más conocido para el mundo del fútbol como Pelé, es sin dudas junto a Maradona y Messi uno de los tres jugadores más icónicos de la historia del fútbol mundial.

El documental de David Tryhorn y Ben Nicholas, producido por Kevin Macdonald, tiene el incuestionable mérito de registrar a Pelé dentro del campo de juego. Sin llegar a las dimensiones épicas a las que llegó Asaf Kapadia en su extraordinario Diego Maradona, la película logra conmover y de paso nos hace reflexionar sobre varias cuestiones que en una primera mirada pareciera tocar de modo lateral, pero que en una segunda lectura nos permiten reflexionar sobre todo lo que concierne al deporte y las maquinarias que lo constituyen en el principal fenómeno de masas contemporáneo.

El documental hace foco desde el plano deportivo en el mundial de México 70, pero también pivotea fuertemente sobre el mundo y la sociedad brasileña en la que le tocó crecer y desarrollarse a Pelé. En ese sentido, la imagen de Maradona permite construir un contrapunto interesante en relación a lo que representa Pelé en el plano ideológico. El documental inicia con su coronación a los 17 años en la copa del mundo de Suecia’58, en la queBrasil saldría campeón del mundo por primera vez. La conmoción nacional que generó este título para Brasil se resignifica debido a la conexión que los directoresestablecen con el cimbronazo que había padecido Brasil por la derrota con Uruguay en la final de la copa del mundo en 1950. Esa derrota tuvo la dimensión de una catástrofe deportivay significó un golpe emocional, traumático, que solo cicatrizaría ocho años después en el inicio de la etapa comandada por Pelé.

El recorrido de la película de Tryhorn y Nicholas es selectivo y prioriza la historia de Pelé como emblema de su selección dejando en un segundo plano la trascendencia de éste en el fútbol sudamericano donde al mando de un equipo brillante como el Santos en la década del 60 conquistó la gloria a nivel continental y mundial. Más allá de algunos registros fílmicos notables que muestran a Santos venciendo al Benfica de Portugal en una final intercontinental o de su inolvidable gol mil en un partido frente a Vasco da Gama cuyo arquero era el argentino Andrada, la película se centra de modo casi excluyente en la historia de Pelé en el seleccionado brasileño.

Son extraordinarios los registros del mundial de Suecia ’58, tanto en semifinales frente a Francia como en la final con Suecia, donde Brasil triunfó con un fútbol apabullante dejando atrás los fantasmas del pasado. Un Pelé adolescente define parándola de pecho y ejecutando un sombrero frente a la salida del arquero sueco en uno de los grandes goles de la historia de los mundiales.

Un problema que tiene el documental es que se centra de modo prácticamente exclusivo en la figura de Pelé, dejando de lado la presencia de jugadores fundamentales de esa época dorada del fútbol brasileño. La película omite a Garrincha, un puntero extraordinario que fue figura clave en los mundiales de Suecia’58 y Chile’62, principalmente en este último torneo cuando se erigió en el líder del equipo luego de que Pelé se retirara lesionado en el segundo partido de la competición frente a Checoslovaquia. En el documental, cuando Pelé recuerda la coronación de Brasil en el 62 hace foco específicamente en Amarildo, que fue su reemplazante y que terminaría anotando un gol en la final frente al mismo equipo contra el cual Pelé saliera lesionado en la fase de grupos. La mención a Amarildo no subsana la omisión de Garrincha como la figura indiscutida de ese equipo campeón.

Un aspecto interesante del documental, y que podría haberse potenciado aún más, es el tratamiento del mundial jugado en Inglaterra en 1966. Allí se observa un momento fundamental de la historia del fútbol moderno. El pasaje del fútbol estético en el que surge Pelé en la década del 50 al fútbol ultramoderno, táctico y por momentos violento que en Argentina tuvo un exponente notable en el Estudiantes de Zubeldía, múltiple campeón de la copa Libertadores en la década del 60. En el mundial del 66, Pelé sería duramente castigado, desde el inicio hasta la eliminación de Brasil en manos de Portugal -dirigido por Eusebio, el mejor jugador de la historia del fútbol lusitano hasta la irrupción de Cristiano Ronaldo-. De este modo, el Pelé que había podido mostrar su fútbol esplendoroso a sus juveniles 17 años en su primer mundial terminó condicionado por las lesiones y el juego brusco en los siguientes mundiales.

En el medio de estos avatares deportivos, llegaría el golpe de estado en Brasil en el año 64 contra el presidente de ese momento, Joe Goulart. Cuando Castelo Branco inauguró la larga noche de la dictadura militar, Pelé era sin dudas el jugador más importante de la historia del fútbol brasileño. En postrimerías del mundial de México 70, el dictador Emilio Garrastazu Medici utilizaría la figura de Pelé para legitimar a su gobierno. En el plano político, la figura de Pelé que muestra el documental es difusa. El jugador manifiesta una postura apolítica que roza lo complaciente con el régimen militar que sumergió a Brasil en los horrores del terrorismo de estado durante más de dos décadas. A sus 80 años, su perspectiva del Brasil de los 60 es dubitativa, posicionándose por encima de los quehaceres de la política. Gilberto Gil y Fernando Enrique Cardozo se acercan a la idea de Pelé como mito viviente de Brasil,una especie de dios terrenal que le dio felicidad a su país gracia a su genio fútbolístico. En ese sentido,el contraste con la figura de Maradona es evidente a partir de las diferencias en el carácter de los personajes. Ahí donde Maradona es disruptivo con los poderes de turno, Pelé es complaciente. Sonríe frente al poder coyuntural y esa sonrisa no es ingenua. Sus omisiones políticas lo posicionan como un representante del discurso apolítico, pero el documental no deja en claro el posicionamiento ético del mejor jugador de la historia del fútbol brasileño. Si las sombras de su personalidad lo vinculan a la idea de un líder sumiso, lo que se realza es la figura mitológica del Pelé artista y las tensiones que ese artista debió llevar en su mochila en el momento más trascendente de su carrera.

Después de de la lesión que lo dejara rápidamente fuera del mundial de Chile 62 y de su opaco mundial 66, a sus jóvenes 29 años le llega la última oportunidad para conquistar el máximo título del fútbol mundial. La cita mundialista de México 1970 era trascendente para el pueblo brasileño y también para la carrera de Pelé. El equipo dirigido por el lobo Zagallo (ex compañero de Pelé en las consagraciones del 58 y 62) se convertiría en uno de los grandes campeones de la historia del fútbol. Un equipo brillante desde el inicio al final del campeonato brindaría un fútbol de altísimo nivel, teniendo momentos excepcionales y alcanzando el pico de su rendimiento en los partidos de cuartos de final frente a Perú por 4 a 2, en la infartante y estresante definición de semifinales frente a Uruguay por 3 a 1 (que podría ser en sí una película, ya que este encuentro es descrito como la revancha del mundial de Brasil’50) y en la final frente a Italia con la apabullante victoria brasileña por 4 a 1. En este sentido, nuevamente se puede pensar a Pelé desde la comparación con Maradona. Dieciséis años después de la victoria brasileña en México 70, Maradona se coronaría campeón en el mismo estadio azteca como líder de un equipo terrenal, al que la propia figura del “Pelusa” llevaría al lugar de equipo mítico. Pelé, en cambio, fue la figura de un verdadero conglomerado de estrellas que se potenciaron jugando junto a él. De ese conglomerado de imágenes maravillosas que el equipo de Zagallo desplegó durante el mundial del 70, brilla con mayor intensidad el autopase más hermoso de la historia de los mundiales que no fue gol por milímetros. El disparo final de Pelé besaría el palo derecho de Mazurkiewicz, el guardameta uruguayo que desesperado e impotente observaba la genialidad del rey.

Ese equipo comandado por Pelé era brillante desde el fútbol que generaban Tostao, Rivelino, Jairziño y Carlos Alberto, entre otros jugadores que marcaron una época en el fútbol mundial. Esa coronación postrera de Pelé es el clímax de la película. Lo más deseado no es el trofeo sino el alivio -dice Pelé-, mientras llora recordando su última gesta. Por edad, el rey podría haber jugado el mundial de Alemania 74 pero se retiró de la selección al año siguiente de la consagración en México 70. Al igual que Maradona, Pelé había conseguido a los 30 años todo lo que un deportista de elite sueña con conseguir. En su caso, dos veces como figura estelar y tres, si se cuenta su escasa participación en la copa mundial de Chile 62.

Sobre el final del documental, y a pesar de las luces y sombras, prima la gran gesta fútbolística de Pelé. Un personaje sobre el que, en los últimos años y de modo injusto, el mundo del fútbol   refiere solo para hablar de su mirada displicente y tibia respecto a los poderes de turno. Finalmente, como afirman Cardozo y Gilberto Gil, el mérito de esta película es realzar la figura mítica de un deportista que con su obra le dio felicidad y alegría al pueblo brasileño en uno de los momentos más oscuros de su historia. Sobre esa mitología hecha de gambetas y victorias se erige uno de los máximos artistas del fútbol mundial y quizás el más grande héroe del Brasil moderno. Las sombras del personaje no logran opacar sus luces.

Calificación 7/10

Pelé (Estados Unidos, 2021) Dirección: David Tryhorn, Ben Nicholas. Producción: Kevin Macdonald. Con la participación de Pelé; Mario Zagallo, Rivelino, Amarildo, Fernando Enrique Cardozo, Gilberto Gil. Duración 118 minutos. Disponible en Netflix.

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