Ayer vi The End of the Fucking World, una miniserie de amor adolescente emitida por la televisión británica en 2017, y comprada por Netflix meses más tarde. Tiene una sola temporada de ocho capítulos, que uno puede consumir en una tarde como si fuera una película de tres horas. Porque las series ya no se miran, ahora se consumen. Y creo que si hubiera sido una película, no habría tenido tanto éxito. Dividir los minutos en capítulos sin duda da más crédito.

La serie es un viaje, un viaje que arranca con dos pibes raros, alternos al mundo que los rodea. Son distintos y graciosos en esa manera distinta que tienen de ser, y arrancan un viaje porque sí, porque no se lo preguntaron mucho, porque no planearon las cosas, y solamente porque en ese momento hicieron lo que querían hacer: escaparse de ese maldito mundo que los condicionaba a ser.

Todo empezó como un juego, tanto para ellos como para nosotros. Pero después, empezás a darte cuenta que va a ser mucho más que eso. Mientras más se alejaban de sus casas, más lejos estaba todo de ser un juego. Ella quería escapar, quería hacerlo hacía mucho tiempo. Odiaba todo y a todos, salvo a él; a él no lo odiaba. Pero él era todavía más raro, porque su viaje empezó mucho después. James empezó siendo un protagonista gracioso, un psicópata imaginario que guardaba una navaja debajo del pantalón y sólo pensaba en cómo matar a Alyssa. Pero James, como hizo la serie, nos engañó. No era un psicópata, y en un momento empezó a dejar de ser gracioso. Empezó a ser duro, algo tierno, y sus palabras empezaron a calar más profundo, igual que las de ella. Ya no estaban en un viaje divertido, ya no eran graciosos y raros. Eran adolescentes, subidos a una ola cargada de mierda, de pura mierda, y ellos sólo estaban tratando de escapar.

Basada en la novela gráfica del mismo nombre de Charles S. Forsman, The End of the Fucking World adapta la historia de estos adolescentes descarriados a una actualidad frívola y estúpida. La novela de Forsman está ubicada más atrás en el tiempo, y la sociedad que plantea es, a simple vista, más oscura y horripilante. En la adaptación, James y Alyssa son adolescentes de nuestra sana actualidad. Viven en un lindo pueblito en el que todo parece estar bien y sólo ellos notan que no es así, ellos saben que no es así. Cuando el padrastro de Alyssa la mira de la forma en que la mira y le pone una mano en la cintura, nosotros también nos damos cuenta. Nos damos cuenta de que esa falsa apariencia de bienestar esconde algo horrible y asfixia a nuestros protagonistas. Los ahoga y no los deja respirar. La serie es entonces como un gran respiro. Es como un respirar hondo, tragar todo el aire que tus pulmones puedan aguantar, para después gritar y sacarte el odio que llevás adentro. El odio de algo silencioso, que no sabes qué es, que es invisible e intangible, pero sabes que está ahí, presente en todo momento. Al final, después de ese grito, lo único bueno son ellos dos, ellos escapando solos en la ruta, ellos bailando sin pensar, ellosenamorándose, ellos besándose.

La serie es un viaje porque empezás de una manera muy distinta a la que lo terminás, y así es como deberían ser todos los viajes. Porque empezás riéndote de boludeces como la imaginación de un pibe psicópata o la honestidad de una chica que le gusta pudrirla siempre. Pero terminás dándote cuenta de lo mierda que era todo, lo mierda que puede ser la vida, y lo mierda que pueden ser las personas. Y eso que hay mucho amor en la serie, y lo hay de verdad. Hay amor entre ellos, y hay amor en los que los rodean. En las detectives que no saben cómo pararlos, y en los padres que no saben cómo quererlos. Pero sobre todo entre ellos, hay mucho amor entre Alyssa y James. Pero como dice Alyssa al final del viaje: “Las personas no son respuestas, sólo son más preguntas”…en este maldito mundo.

The End of the Fucking World (Gran Bretaña, 2017). Dirección: Jonathan Entwistle, Lucy Tcherniak. Guión: Charlie Covell. Charles S. Forsman. Fotografía: Justin Brown, Ben Fordesman. Edición: Celia Haining, Mike Jones. Elenco: Jessica Barden, Alex Lawther, Steve Oram, Jonathan Aris, Gemma Whelan, Wunmi Mosaku. Disponible en Netflix.

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